
Título:
La nieta del señor Linh
Título original: La petite fille de Monsieur Linh
Autor:
Philippe Claudel
Traducción: José Antonio Soriano Marco
Editorial: Salamandra
Nº de páginas: 128
Publicación: Octubre 2007 (
6ª edición)
SINOPSIS:
Una fría mañana de noviembre, tras un penoso viaje en barco, un anciano desembarca en un país que podría ser Francia, donde no conoce a nadie y cuya lengua ignora. El señor Linh huye de una guerra que ha acabado con su familia y destrozado su aldea. La guerra le ha robado todo menos a su nieta, un bebé llamado Sang Diu, que en su idioma significa «Mañana dulce», una niña tranquila que duerme siempre que el abuelo tararee su nana, la melodía que han cantado durante generaciones las mujeres de la familia. Instalado en un piso de acogida, el señor Linh sólo se preocupa por su nieta, su única razón de existir hasta que conoce al señor Bark, un hombre robusto y afable cuya mujer ha fallecido recientemente. Un afecto espontáneo surge entre estos dos solitarios que hablan distintas lenguas, pero que son capaces de comprenderse en silencio y a través de pequeños gestos. Ambos se encuentran regularmente en un banco del parque hasta que, una mañana, los servicios sociales conducen al señor Linh a un hospicio que no está autorizado a abandonar. El señor Linh consigue, sin embargo, escapar con Sang Diu y adentrarse en la ciudad desconocida, decidido a encontrar a su único amigo. Su coraje y determinación lo conducirán a un inesperado desenlace, profundamente conmovedor.
Este es uno de esos libros que llevaba un montón de tiempo en mi lista de pendientes gracias a las buenas reseñas que he leído de él. Por fin, gracias a un intercambio, lo he podido conseguir y, a pesar de que me ha gustado, tal vez esperaba un poco más. Eso sí, se puede decir que es una historia breve pero muy intensa.
El señor Linh es un refugiado que tiene que huir de su país a otro del que no conoce nada (ni el idioma) ni a nadie, con la única compañía de su pequeña nieta. Por desgracia, es una situación que tristemente está de actualidad.
El señor Linh y la niña no están solos. En el muelle hay centenares de personas como ellos. Viejos y jóvenes esperando dócilmente, junto a su escaso equipaje, a que les digan adónde ir y pasando un frío como nunca han pasado. Nadie habla. Son frágiles estatuas de rostro triste que tiritan en absoluto silencio.
En los paseos que da alrededor del centro donde es alojado conoce a otro hombre con el que, a pesar de no entender lo que le dice, establece una gran amistad y es capaz de comunicarse simplemente con los gestos. Hasta que un día lo trasladan y comienza su odisea por volver a ver al único amigo que tiene, siempre en compañía de su nieta.
Lo mejor de este libro es su final, emotivo y sorprendente. Es por eso que me tengo que sumar a la lista de personas que lo recomiendan, eso sí, si bajan un poquito el listón tal vez se sorprendan todavía más que yo, merece la pena.