Título original: I Hear the Sirens in the Street
Autor: Adrian McKinty
Traducción: F. G. Corugedo
Editorial: Alianza Editorial
Nº de páginas: 464
Publicación: Abril 2014
Serie: 2º Sean Duffy
1º Sean Duffy: Cold Cold Ground
SINOPSIS:
Cuando Sean Duffy investiga un crimen, lo arriesga todo. Incluso la vida.
Irlanda del Norte, años ochenta. Un torso humano aparece en una maleta abandonada. Ha estado congelado, lo que impide saber con precisión cuándo murió la víctima. Un tatuaje incompleto y una vieja cicatriz de metralla son lo único que lo pueden identificar. Se hace cargo del caso Sean Duffy que no pasa por su mejor momento: aún no se ha recuperado de las consecuencias de su anterior investigación y al mismo tiempo su relación sentimental hace aguas.
La víctima murió envenenada, no es el método que emplean los paramilitares, ni del IRA ni los unionistas. El veneno es casero y procede de una planta tropical desconocida en Irlanda. Parece el crimen perfecto, pero Duffy sabe que eso nunca pasa. Todo va a cambiar cuando descubre unas señas en la maleta: las de un oficial de las fuerzas de seguridad recientemente asesinado.
Sean Duffy, de quien todo el mundo desconfía –los católicos por ser policía, los protestantes por ser católico-, se empeña en resolver el caso pese a la opinión de sus jefes. Recorre las tensas calles de Belfast y parajes poco amigables de la campiña irlandesa en busca de pistas, sin saber que se está enredando en una peligrosa trama, con ramificaciones en Estados Unidos, que pondrá en peligro no sólo su carrera policial, sino su propia vida.
Me quedé con tan buen sabor de boca cuando leí el primer libro del inspector Duffy que no podía dejar pasar esta segunda parte. Para los reacios a leer libros que pertenezcan a una serie les diré que se puede leer independientemente ya que apenas hay evolución personal del protagonista. Eso sí, una vez leído puedo decir que el autor ha mejorado con respecto al anterior, cada vez me gusta más.
Lo que más me atrae de sus historias es que transcurren en una época de la historia reciente: la Irlanda del Ira. En esta ocasión el conflicto histórico que tiene más peso es La guerra de las Malvinas pero el inspector Duffy no deja de ser un policía que puede ser víctima de un atentado por lo que, como si fuera un ritual, cada vez que se sube al coche tiene que mirar debajo de él en busca de una bomba.
No es este el único episodio que se repite, siempre que llega a casa le gusta ponerse una bebida y escuchar música. Los melómanos seguro que disfrutarán mucho más que yo de este punto puesto que en todos los coches que se sube también hay música. Yo no viví la época ni la música de ese país así que no sé si los temas que elige el autor tendrán relación con la historia o simplemente forman parte de la banda sonora.
Otra de las escenas típicas, con un ligero toque de humor, es cada vez que Duffy va al despacho de su jefe para recibir una bronca y termina dándole las definiciones del crucigrama que está haciendo y es incapaz de completar. Sin duda, uno de los aspectos que hacen que esta macabra novela negra sea tan llevadera es el humor del que hace gala el autor.
- ¿Has oído las noticias, Matty?
- ¿Qué noticias?
- Pues tienes que estar al tanto de las últimas noticias, agente. Las Malvinas han sido invadidas.
- ¿Las qué?
- Argentina ha invadido las islas Malvinas.
- ¡Dios! ¿Y cuándo fue eso?
- Ayer.
- Primero los alemanes y ahora los putos argentinos.
- Me parece que estás pensando en las islas del Canal, amigo.
- ¿Entonces dónde están las Malvinas?
- Pues digamos que en algún sitio por el sur, creo.
- Supongo que ahora los del Tottenham Spurs estarán jodidos, ¿verdad?
- ¿Y eso por qué?
- Porque la mitad de la plantilla viene de la puñetera Argentina. Así que los quitarán del equipo.
- El inspector jefe quiere que pensemos en las consecuencias geopolíticas.
- Sí, la geopolítica es una cosa, pero el fútbol es el fútbol, ¿verdad? -dijo Matty poniendo las cosas en la perspectiva correcta.
Los métodos de la policía de Irlanda de 1982 no son muy ortodoxos: se fuma y se bebe en las oficinas, se abandona una investigación para ir a ver la serie Dallas o se niegan a madrugar en fin de semana pero son profesionales a la hora de conseguir resultados. Duffy cree en lo que hace y, cuando le preguntan por qué no abandona un país en conflicto constante, su respuesta es muy simple: quiere ser parte de la solución.
En esta ocasión el agente Duffy tiene que descubrir la identidad de un cuerpo que aparece mutilado y resolver el asesinato. En medio de la investigación se encontrará con otro caso que interfiere con el suyo, lo que provocará que sus superiores le insten a archivarlo, pero, como ya va siendo habitual en el inspector, se niega a abandonar y continúa con la investigación por su cuenta.
Es innegable que el mayor peso de la historia lo lleva el protagonista pero el resto de personajes que le acompañan no se pueden desmerecer. Si bien es impresionante la forma de describir a una población asfixiada por el terrorismo (y que solo se puede hacer habiéndolo vivido), la parte policíaca y la forma de mantener el suspense hasta el final tampoco se queda atrás. En resumen, todo lo que ocurre en Oigo sirenas en la calle es digno de destacar.
Si en el primer libro Duffy acabó mal y pensábamos que no le podía ir peor estábamos equivocados. McKinty está empeñado en hacerlo sufrir así que no quedará más remedio que leer la siguiente novela para saber cómo se va a desenvolver el protagonista en su próxima aventura.
Me quedé con tan buen sabor de boca cuando leí el primer libro del inspector Duffy que no podía dejar pasar esta segunda parte. Para los reacios a leer libros que pertenezcan a una serie les diré que se puede leer independientemente ya que apenas hay evolución personal del protagonista. Eso sí, una vez leído puedo decir que el autor ha mejorado con respecto al anterior, cada vez me gusta más.
Lo que más me atrae de sus historias es que transcurren en una época de la historia reciente: la Irlanda del Ira. En esta ocasión el conflicto histórico que tiene más peso es La guerra de las Malvinas pero el inspector Duffy no deja de ser un policía que puede ser víctima de un atentado por lo que, como si fuera un ritual, cada vez que se sube al coche tiene que mirar debajo de él en busca de una bomba.
No es este el único episodio que se repite, siempre que llega a casa le gusta ponerse una bebida y escuchar música. Los melómanos seguro que disfrutarán mucho más que yo de este punto puesto que en todos los coches que se sube también hay música. Yo no viví la época ni la música de ese país así que no sé si los temas que elige el autor tendrán relación con la historia o simplemente forman parte de la banda sonora.
Otra de las escenas típicas, con un ligero toque de humor, es cada vez que Duffy va al despacho de su jefe para recibir una bronca y termina dándole las definiciones del crucigrama que está haciendo y es incapaz de completar. Sin duda, uno de los aspectos que hacen que esta macabra novela negra sea tan llevadera es el humor del que hace gala el autor.
- ¿Has oído las noticias, Matty?
- ¿Qué noticias?
- Pues tienes que estar al tanto de las últimas noticias, agente. Las Malvinas han sido invadidas.
- ¿Las qué?
- Argentina ha invadido las islas Malvinas.
- ¡Dios! ¿Y cuándo fue eso?
- Ayer.
- Primero los alemanes y ahora los putos argentinos.
- Me parece que estás pensando en las islas del Canal, amigo.
- ¿Entonces dónde están las Malvinas?
- Pues digamos que en algún sitio por el sur, creo.
- Supongo que ahora los del Tottenham Spurs estarán jodidos, ¿verdad?
- ¿Y eso por qué?
- Porque la mitad de la plantilla viene de la puñetera Argentina. Así que los quitarán del equipo.
- El inspector jefe quiere que pensemos en las consecuencias geopolíticas.
- Sí, la geopolítica es una cosa, pero el fútbol es el fútbol, ¿verdad? -dijo Matty poniendo las cosas en la perspectiva correcta.
Los métodos de la policía de Irlanda de 1982 no son muy ortodoxos: se fuma y se bebe en las oficinas, se abandona una investigación para ir a ver la serie Dallas o se niegan a madrugar en fin de semana pero son profesionales a la hora de conseguir resultados. Duffy cree en lo que hace y, cuando le preguntan por qué no abandona un país en conflicto constante, su respuesta es muy simple: quiere ser parte de la solución.
En esta ocasión el agente Duffy tiene que descubrir la identidad de un cuerpo que aparece mutilado y resolver el asesinato. En medio de la investigación se encontrará con otro caso que interfiere con el suyo, lo que provocará que sus superiores le insten a archivarlo, pero, como ya va siendo habitual en el inspector, se niega a abandonar y continúa con la investigación por su cuenta.
Es innegable que el mayor peso de la historia lo lleva el protagonista pero el resto de personajes que le acompañan no se pueden desmerecer. Si bien es impresionante la forma de describir a una población asfixiada por el terrorismo (y que solo se puede hacer habiéndolo vivido), la parte policíaca y la forma de mantener el suspense hasta el final tampoco se queda atrás. En resumen, todo lo que ocurre en Oigo sirenas en la calle es digno de destacar.
Si en el primer libro Duffy acabó mal y pensábamos que no le podía ir peor estábamos equivocados. McKinty está empeñado en hacerlo sufrir así que no quedará más remedio que leer la siguiente novela para saber cómo se va a desenvolver el protagonista en su próxima aventura.
Gracias a Alianza Editorial por el envío del ejemplar.